El Fado es reconocido oficialmente por la UNESCO desde 2011. Su relevancia en la cultura portuguesa es indiscutible. Con él, la emoción adquiere los matices y las expresiones que van de la alegría a la melancolía, de la pasión al recogimiento. Cada uno de los espectadores lo siente como si su propio corazón lo dictara.

La larga historia de esta música embriagadora se escribe con la guitarra portuguesa, la viola y el bajo. Es este trío el que sirve de suelo seguro para que la voz interprete las palabras, las cante al público y, al mismo tiempo, lo haga viajar, a través de Adega Machado, por la autenticidad de aquello que no se explica ni se dice. Se siente.

Amália Rodrigues y Alfredo Marceneiro, máximos exponentes del fado, están homenajeados en las paredes y en las galerías de Adega Machado, son parte de su historia, y su legado es respetado por las nuevas generaciones que perpetúan la Adega, noche tras noche, en el que es uno de los lugares más carismáticos de Lisboa.

En Adega Machado tenemos un elenco fijo que recibe al público con pasión y alegría, todas las noches del año.

Filipa Vieira, Isabel Noronha, Nani Medeiros, Pedro Moutinho, Peu Madureira, Sara Paixão y Valéria dan la voz. Acompañándolos tenemos a Sérgio Costa, Henrique Leitão y Bruno Mira en la Guitarra Portuguesa, João Domingos y Nelson Aleixo en la viola y André Moreira, Daniel Pinto y Vasco Sousa en el bajo.

Adega Machado es la prueba saludable de un fado que trae la historia de la mano con la vida contemporánea, y ese viaje se hace a la mesa disfrutando de una cocina de autor y de una carta de vinos de notables méritos.

Sea muy bienvenido. Las luces bajarán en unos momentos. Disfrute.